lunes, 20 de agosto de 2007

HEROES PISQUEÑOS

DIARIO LA REPUBLICA
Un homenaje al valor de tres pisqueños
• Las historias de José Luis, Victoria y Juan José. En los primeros minutos del desastre, una enfermera, un empleado municipal y un pescador lo arriesgaron todo. Emilio Camacho.Fotos: Roberto Cáceres.

LA ESPERA DE UN PADRE.
Juan Villaverde perdió a su hija cuando se derrumbó la iglesia de San Clemente. Sin saberlo ayudó a otras personas atrapadas en este lugar. Cuando empiece la reconstrucción, Pisco buscará entre sus propios hijos para convertir el dolor en coraje, y el desaliento en energía. Será un ejercicio de introspección con el que la ciudad reconocerá el arrojo que mostraron algunos durante los interminables dos minutos que tembló el país.En ese afán surgirán historias como la de Juan José Villaverde, trabajador del concejo municipal de Pisco que integró la primera cuadrilla de civiles que trató de rescatar a las personas atrapadas bajo los restos de la iglesia San Clemente de Pisco. Villaverde recuerda que trabajaron en tinieblas por varios minutos, que solo contaban con pequeñas sierras para remover los escombros, y que sacaron con vida a ocho personas. Una de ellas fue su esposa, Inés Hernández. Todo eso está en la memoria de Juan José. Lo que preferiría olvidar es que no pudo ayudar a su hija, Liz Villaverde, quien quedó atrapada cuando se desplomó la iglesia de San Clemente. Juan José no sabía que su hija mayor estaba entre las víctimas del terremoto. Lo supo varias horas después de la catástrofe, y desde entonces su búsqueda de sobrevivientes no ha cesado. El sábado, cuando este diario contactó lo contactó, Juan José Villaverde, se encontraba entre las personas que seguían con atención el trabajo de las cuadrillas de rescate del Ejército y los bomberos en la plaza principal de Pisco. En medio del tumulto y el ruido incesante de la maquinaria, accedió a posar junto a los restos de la iglesia de San Clemente. Luego, contó su historia y volvió a lo suyo, a la espera, a guardar silencio hasta que se reúna de nuevo –aunque sea por última vez– con la hija que extrañará siempre. La pérdida de Juan José es una de miles en medio del drama en el que se ha convertido Pisco. Hay quie- nes han arriesgado todo por otras personas y ahora pueden contar esos episodios. Padres y madres que rescataron a sus hijos. Niños que salvaron a sus hermanitos de una muerte segura. Brigadistas, bomberos, policías que encontraron a tiempo a un sobreviviente. Todos tienen un motivo de orgullo.


ENFERMERA HASTA EL FINAL
SONRISA DE ÁNGEL.
Victoria Ramos yudó a sus pacientes durante el último terremoto y perdió la vida en su intento. Ese también pudo ser el caso de Victoria Ramos, enfermera del complejo de Essalud ubicado en la cuadra 3 del jirón San Francisco en Pisco. Pero "Vicky" no tuvo suerte. Mientras evacuaba a sus pacientes, por la salida de emergencia del hospital en el que trabajaba, un muro se desplomó sobre ella y acabó con su vida. Sus pacientes, en cambio, tuvieron tiempo para retroceder y escaparon por la puerta principal del nosocomio. "Vicky" laboraba en el piso tres del complejo de Essalud. Aunque estaba asignada al servicio de obstetricia y medicina general, también colaboraba con la sala de emergencias. De hecho, sus compañeros la asociaban más con el servicio de emergencia que con otras labores. Su propio esposo, Carlos Tipakti, no recordaba que Vicky hubiera sido destinada a obstetricia. Carlos Tipacti, también es enfermero, y trabajaba junto a su esposa en el hospital de Essalud en el servicio de consultorios externos. La última vez que la vio, quedaron en volver juntos a casa. Debían salir a las siete de la noche, y luego hacer una compras, pero el terremoto del último miércoles cambió sus planes. Carlos Tipacti no pudo encontrar rápidamente los restos de su esposa. En las primeras horas que siguieron a la catástrofe, todos los compañeros de "Vicky", creyeron que ella había acudido al centro de Pisco para ayudar a los heridos. Cuando encontraron su cuerpo todo fue consternación. El viernes, antes de enterrarla, hicieron una pequeña ceremonia en la que se repitió varias veces la palabra heroína, carlos, sin embargo, prefiere recordarla de otra manera. En la foto que mostró a este diario, su esposa se ve sonriente, con el uniforme blanco que usaba todos los días. "Tenía dos prioridades: sus hijos y el trabajo. Espero que yo pueda continuar su labor", dijo.
HOMBRE DE MAR. José Luis perdió su chalana al rescatar las naves de sus compañeros. Ahora piensa en dejar el mar.

EL TEMPLE DE UN PESCADOR
José Luis Donayre no es cualquier pescador, es el orgulloso presidente de la Asociación de Pescadores Artesanales del Chaco-Lagunillas. O lo era. Hace un año impulsó junto a la presidencia regional de Ica, la reconstrucción del muelle artesanal de El Chaco. Era el mejor negocio que se le había ocurrido. Con las mejoras en el muelle la capacidad de pesca de sus asociados creció, y además pudieron ganar algo adicional con las salidas a las islas Ballestas. Pero el terremoto borró de un plumazo su esfuerzo. Cuando ocurrió el terremoto del miércoles, Donayre estaba en Pisco. Después de poner a buen recaudo a sus familiares, José Luis empezó el largo camino hasta El Chaco, en Paracas. Lo que encontró lo dejó petrificado. Todas las chalanas amarradas al muelle artesanal habían sido arrastradas por la fuerza del maretazo que siguió al sismo. Su propia chalana estaba rota. Donayre la reparó con sus ropas para lanzarse al mar y tratar de rescatar los botes de sus compañeros. Su trabajo concluyó casi a las dos de la madrugada. Consiguió remolcar cuatro chalanas, pero tuvo que resignarse a perder su propio bote. Un día después del cataclismo, cuando La República visitó Paracas, Donayre había sepultado solo y entre llantos la nave de madera que lo acompañó durante varios años. Era un ritual personal, como el que seguramente realizaron los pescadores que perdieron sus chalanas en toda la costa afectada. Lo único que rescató fue el motor de su nave. Un pesado armatoste de setenta kilos que compró en el 2006 a la tienda Yamaha en Pisco. Donayre ahora planea vender esta herramienta y dejar la pesca. Con los pescadores de El Chacho pretende fundar otro negocio en Pisco o en la misma Ica. Pero eso deberá esperar. Ahora está empeñado en ayudar a otros pescadores en zonas como Lagunillas y San Andrés. Su espíritu no está quebrado. aunque –como todos en Pisco– todavía muestra consternación en el rostro. Cuando se reponga, es probable que reconsidere y vuelva al mar de Paracas.Es el destino de los hombres y mujeres que se han dedicado por años a una dura labor. Es lo que Pisco encontrará cuando busque entre sus mejores hijos para empezar la obligada reconstrucción: las historias de valor de Juan José, Victoria y José Luis, la inspiración que necesita.

No hay comentarios: